Hace bastantes meses que no escribo en mi blog. A finales del
mes de abril un dolor de espalda muy fuerte me mantuvo inactiva, hasta que
finalmente, dos días antes de mi cumpleaños, en junio, fui operada de una hernia discal entre la
L4-L5. Así las cosas he estado en España recuperándome durante los últimos
cuatro meses, hasta que el día 26 de setiembre aterricé de nuevo en Maputo
para, por lo menos, acabar mi etapa aquí con un mejor sabor de boca. Sólo
rápidamente y para los que estén en dudas sobre operarse o no de una hernia
discal que no mejora, HACEDLO, eso sí, con el mejor equipo médico posible. En
mi caso, el DR Fantini, de Coruña, ha sido mi gran salvador, por si a alguien
le ayuda la referencia.
Pues hasta aquí lo que ha ocurrido en estos meses de
silencio.
Volviendo un poco a lo que está pasando en Maputo escribo desde el aeropuerto de Beira, en el centro de
Mozambique. En la última semana he estado por aquí y en Nampula, observando
bien de cerca el fenómeno de desarrollo que el país está viviendo
silenciosamente. Da gusto volver a África en este momento, con tanta esperanza
respirándose en el ambiente. Me ha encantado recorrer las calles de Beira, con
esa arquitectura tan imponente, entrar en el antiguo Gran Hotel y ver como
cientos de personas han construido sus hogares en un edificio abandonado en la
época colonial antes de abrir al público. Edificios en construcción, comercios,
cientos de personas por las calles vendiendo, comprando, chinos, negros
africanos, indios, pakis, chinos negros… Es mi segunda vez en Beira y me
apasiona cada día más.
Mi paso por Nampula ha sido igualmente interesante. He
conocido a algunos propietarios de negocios rentables que me han sorprendido.
Uno de ellos, el dueño de una gasolinera en el centro de la ciudad, que me
entrego su tarjeta de visita con una lista con siete negocios diferentes. Todo
un talento el hombre. Fue gracioso ver cómo se las ingeniaba para tener sus cuatro
gasolineras siempre funcionando, sin depender de las distribuidoras o de los
problemas de suministro que muchas veces hay en Mozambique.
Siempre me fascinan las historias de negocios en África, no
sé si es por el reto que supone hacer aquí alguna cosa que funcione o porque,
en el fondo, aquellos que lo consiguen son realmente unos héroes a los que siempre es un placer conocer. En
Mozambique existe un verbo propio que define perfectamente la situación:
“bisnear”, del “doing bussines” en inglés.
Realmente son muchas las personas necesarias para
acabar de impulsar el crecimiento real del continente y, en algún modo, da
miedo imaginar cuál será el resultado, sobre todo viendo cómo se comporta la
historia en situaciones similares. Muchas veces se olvida que en el desarrollo
económico de África, los africanos deben cometer sus propios errores, como
hemos hecho durante siglos los europeos u otras culturas y países. Por el
momento, y desde mi humilde perspectiva, me siento parte de lo que está ocurriendo
aquí y, pase como pase, es un honor estar participando