domingo, 17 de octubre de 2010

Orejas

Mi última aventura en Mozambique -después de mi lamentable intoxicación con una centolla- está siendo legalizar mi situación en el país (espero que este mail no pase por las manos de las autoridades). Desde mi llegada, el 27 de diciembre del 2010, he sabido lo complicado e incómodo que puede llegar a ser para cualquier persona enfrentarse al asunto de "los papeles". De ahí al tema de los visados, los permisos de residencia, las situaciones irregulares...

Todo esto es mucho peor en Europa, por supuesto, donde los mozambicanos deben dejar un depósito de 1.500 euros que garantiza que van a salir del pais en cuestión al finalizar su visado de turista. Esto si que es drama y no mi caso, como europea viviendo en Africa.

Después de pasarme estos diez meses recopilando papeles para solicitar mi permiso de residencia, parece que por fin la pesadilla va a finalizar y mañana mismo entregaré toda la documentación en Migraçăo. Esos papeles incluyen mi registro criminal, papeles firmados por Ben en los que se responsabiliza de mi en el país, papeles de su trabajo en los que dicen que él trabaja allí, otros papeles de su trabajo en los que piden por favor que me concedan el permiso de residencia y, un papel absurdo de un gimnasio en el que dice que vivimos juntos, y lo más gracioso, un papel en el que, a través de un cuño, un tipo corrobora que la firma de Ben es de Ben. Para entendernos, aquí alguien debe validar tu propia firma.

Todos estos papeles no son más que el reflejo de la corrupción que recorre de arriba a abajo las instituciones públicas. Cuando alguien debe comprobar que tu firma es tuya lo que se demuestra es que nadie se fia ya de nadie.

Obviamente todo esto cuesta dinero, y por eso, por el precio de este proceso, voy a incluir este post en mi colección de maputadas, porque la cantidad es obscena, muy obscena. Y ni la diré.

Bien, ahora explicaré a qué viene el título de este post. Hablando con alguien que conozco sobre visados y permisos de residencia, me contaron que el permiso de uno de mis colegas del trabajo fue rechazado de pleno. La causa era un tanto surreal, el rechazo se debió a que en la fotografía que fue adjuntada a la solicitud no se le veían las dos orejas.
En mi foto de mañana debe verse entonces que tengo dos orejas, y si tengo dos orejas puedo vivir aquí sin ningún problema, pero sólo si demuestro tener las dos. La foto te la toman allí mismo entonces he pensado en llevar el pelo recogido y bien recogido y quizás unos pendientes bien pesados y grandes que prueben que mis orejas, además de estar bien visibles son lo suficientemente fuertes como para poder con dos aros del tamaño de un tazón de cola-cao. Y cuando vean mis super orejas en en super fotografía me pondrán un cuño del tamaño de un queso en mi pasaporte.

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