Estos días la enfermedad se apoderó de mi. El pasado domingo recorrí unos 12 kilómetros en chanclas y lo que en principio eran unas pequeñas heridas se convirtió en una infección brutal. Tenía el pie como un cebolón, que diría mi abuela.
A la mañana siguiente me veía a mi misma entrando por la puerta del Hospital de Maputo preguntandome si me amputarían el pie. El picor por la infección y el aspecto de la herida eran terribles.
Precísamente días antes acompañé un amigo a un centro de salud a hacerse unas pruebas para detectar una supuesta bactería que vive en su estómago desde hace aproximadamente un año y no me quedaron ganas de volver. En primer lugar el diagnóstico fue totalmente fallido. No dieron ni una, como se suele decir. En segundo lugar, como no hay diagnóstico pues no hay tratamiento, entonces larga vida para el gusano. |0|
La solución para ambos problemas nos la ofreció Ana e internet. Ana es médico y a través del chat de gmail recibí ciertos consejos que evitaron mi paso por el hospital. Con el mismo sistema mi amigo Ricardo le puso nombre a su enfermedad -una ameba- y desde entonces se encuentra también mucho mejor. Conseguir el antibiótico para mi fue un tanto difícil pero finalmente lo logramos. En el caso de Ricardo la cosa fue más sencilla, quizás sea porque aquí hay más posibilidades de caer enfermo del estómago que de cogerte una infección en un pie por caminar más de diez kilómetros con chanclas.
En el medio de todo este caos de enfermos y enfermedades tropicales (de los diez colegas que hemos hecho aquí un 70% están o han estado convalecientes, nada grave claro) aterrizó nuestra segunda visita española, Carmen. Fue genial tener gente de tu propio país en casa, aunque sólo sea para ponerlo a parir un rato. Es curioso porque muchas veces las personas que nos vienen a ver nos recuerdan que debemos valorar aún con más intensidad la experiencia de vivir en este continente. Es curioso...
Gracias Ana. La sanidad española te necesita (y nostros también)
pd. Las fotografías pertenecen al fatídico día de la infección...
A la mañana siguiente me veía a mi misma entrando por la puerta del Hospital de Maputo preguntandome si me amputarían el pie. El picor por la infección y el aspecto de la herida eran terribles.
Precísamente días antes acompañé un amigo a un centro de salud a hacerse unas pruebas para detectar una supuesta bactería que vive en su estómago desde hace aproximadamente un año y no me quedaron ganas de volver. En primer lugar el diagnóstico fue totalmente fallido. No dieron ni una, como se suele decir. En segundo lugar, como no hay diagnóstico pues no hay tratamiento, entonces larga vida para el gusano. |0|
La solución para ambos problemas nos la ofreció Ana e internet. Ana es médico y a través del chat de gmail recibí ciertos consejos que evitaron mi paso por el hospital. Con el mismo sistema mi amigo Ricardo le puso nombre a su enfermedad -una ameba- y desde entonces se encuentra también mucho mejor. Conseguir el antibiótico para mi fue un tanto difícil pero finalmente lo logramos. En el caso de Ricardo la cosa fue más sencilla, quizás sea porque aquí hay más posibilidades de caer enfermo del estómago que de cogerte una infección en un pie por caminar más de diez kilómetros con chanclas.
En el medio de todo este caos de enfermos y enfermedades tropicales (de los diez colegas que hemos hecho aquí un 70% están o han estado convalecientes, nada grave claro) aterrizó nuestra segunda visita española, Carmen. Fue genial tener gente de tu propio país en casa, aunque sólo sea para ponerlo a parir un rato. Es curioso porque muchas veces las personas que nos vienen a ver nos recuerdan que debemos valorar aún con más intensidad la experiencia de vivir en este continente. Es curioso...
Gracias Ana. La sanidad española te necesita (y nostros también)
pd. Las fotografías pertenecen al fatídico día de la infección...
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